Tuesday, July 17, 2012

El ocupante.


    Entre tú y yo lo que media es un regimiento a la hora de ordenanza, una tromba licuadora, un bioma desértico calcinado por la luz. Si tu viaje fuese luctuoso, me sería más fácil. Llevaría luto un tiempo y después te pondría  girasoles en tu aniversario. No puedo prometerte que me quedaría sola. Sabes que no soy mujer de esas. Necesito ese acto de proyección luminosa y el reflejo deslumbrante, aunque sea por un tiempo. En este mundo cada vez más deshumanizado, me las arreglo para  encontrar auras afines  que besar. Contigo se rompieron los moldes.  ¡Qué costumbre la tuya, de volver cuando menos lo espero!
   Anoche me traías de regreso a casa y al pasar por esa avenida solitaria a las 2:00 horas, se nos cruzó. Corría de un lado a otro como un atentado a la fe. Las muertes y las partidas no están cantadas, siguen un ritual que no estamos llamados a ver. Me besaste en el umbral, sin atreverte a entrar. Ni siquiera escuchaste mi voz que te siguió hasta el elevador pidiendo que me abrazaras. Creía desvariar al escuchar maullidos, como los de una gata abandonada que pide cobijo bajo la lluvia. Los chubascos son malos consejeros-me digo a conciencia- te vas con el primero que se ofrezca. Y al salir de la tina, encuentro la fuente de los gritos lastimeros. Un bulto pequeño en tus manos,  ese que prefería el sacrificio antes que entregarse a cualquiera. Revuelvo el cajón de las medicinas y encontramos un gotero.  La alimentación es lenta. Nada de atragantarse después de tanto vacío. Comida, calor y mis palabras. Con todas sus necesidades cubiertas, se duerme en mis brazos. “Cuidará tus horas con mis ronroneos”-me dices. Sofisticación y sensibilidad. Consagras un gato, como los antiguos a deidades femeninas.
   Déjame volver al juego. Yo soy mujer. Con estos tiempos que corren nos aferramos a la “moda” y cambiamos la antorcha de libertad por símbolos burdos.  Deja que me cubra el misterio y te deje hacer. El hombre no se corteja. Él es el cortejo.  Abrígame.  ¿Cuánto tiempo has faltado?  Pon en marcha tu maniobra sádica. Me endulzas con frases que había olvidado. Sacas tu femenidad a flote y confluye con la mía.  Me mojas con lluvia fresca. Este temporal si lo aguanto. Demórate. Quiero sentir tus dedos y tus labios antes que resbales dentro de mí. Déjame expulsar tus aguas antes que desborde con ese pedazo de tu cuerpo. Inundación, minutos útiles, discernimiento, cauce trazado por tu mano.  Entras de una vez. Ahora siento la vida.  Una ocupación bendita que llena todos los espacios, un sorbo de líquido, una balsa en medio del mar.  




Saturday, July 7, 2012

Dominios paralelos.

   ¿Eres mía?-preguntas. Me sorprende esa interrogante que me he planteado yo misma durante los últimos cientos de días. ¿Cómo responder a esa frivolidad tan nuestra de ver al otro como propiedad privada? La lujuria desencadena la posesión personal. Al principio nos comían los celos, ¿recuerdas? Vivíamos comparándonos con todo lo que nos rodeaba. Comenzamos a tensar el arco y descuidamos detenernos a tiempo. Más de una vez estiramos tanto la cuerda que nos causó llagas. El ego nos marcó el alma. Sufrimos como simples mortales incapaces de sabernos seres sociales. 
  Dejas el café a medias y sales corriendo. Queda sobre la mesa y olvido fregar la taza. Me mira cada vez que paso frente a ella y sólo atino a meter la lengua y empaparla de tu saliva. Mi subconsciente se resiste a degustar lo amargo, lo escaso. Prefiero que mis papilas las bañe tu baba, dulce, generosa. Me ronda la pregunta. La has echado a rodar con el líquido negro por todo mi cuerpo. No es que lo olvide, simplemente que no lo veo como algo cognitivo. Prefiero que me sorprenda.
" Ven a besarme a la salida mi clase"- te pido. Quiero besarte en el estacionamiento y que todos me vean. Paso el día contando la bendita hora de la trinidad. A las 3 termino, tres somos. Así es como mejor comulgamos. Macho, hembra y espíritu. El espíritu nos une sin distinción de roles de género. Tú alabas mi capacidad de entendimiento. Yo elogio la expresión de tu lado femenino, regreso a la Tierra Madre. Esos son nuestros peanes a Apolo como sanador.
 El reloj me bendice finalmente y salgo corriendo. "Saliendo"- te texteo. "Mi luz"- contestas. Y con ese sol que me recibe a la intemperie, miro alrededor y sé que no me esperas. Ya no calienta, quema. Debí suponer que la oficina te encarcelaría. No te contesto. Me subo al auto y conduzco al parque que descubrí hace un par de días. Linda con una calle sin salida, con árboles que forman arcos. Disfruto la soledad, la calma casi fúnebre de ese lugar que desentona con mi ira. No quiero ser luz, ni fingir que entiendo. Por eso no te escribo. Mi teléfono se llena de mensajes tuyos que rehúso leer. Comienzo a tomar fotos. Hay un puente  transpuesto de otro entorno a esta ciudad. No le pertenece.  Siento que quiero correr y no pertenecer. La fotografía me sana, o el verde, ya no sé. Hay algo en todo eso que me envuelve y me dejo acariciar. Y pasa. Te envío una foto  y pides más, siempre más. Decido dejarme tentar por el verde exuberante. Cambia mi ánimo y quiero decirte la frase prohibida. Se ha desatado una brisa que me atrapa con dos brazos humanos. La realidad es una ilusión, me digo. Viene con aroma de café y cubre mis ojos. Una boca lúbrica, caliente atrapa mis labios, mi lengua. Reconozco esa saliva.  Dulce. Generosa. Me tiende de una vez bajo los arcos naturales que tejen las ramas. Me cala. No sé de dónde sale tanta acuosidad, si es tuya, mía o de un dominio paralelo.