Monday, June 24, 2013

Usted.

 De vez en cuando me enamoras, sólo de vez en cuando. Lo primero, fue parar en aquella ciudad con cuerpo de agua adyacente que con todo su pasado irlandés y las nubes del día, vino a recordarme el baño de luz de nuestros orígenes, el lugar donde empezamos a amarnos sin siquiera toparnos. Me he quedado parada en el tiempo, como nuestra villa. Sigo viendo lo que nos hizo quiénes somos. Pero tú hablas  de futuro y la promesa del año fue el monte, ese lugar que es tu conquista.
    La cabaña bullía en el punto más alto. A un lado, se alineaba una familia de coníferas, al otro el despeñadero y muy a lo lejos, la línea que nos condujo a nuestro retiro. Apenas nos hubo abandonado el ruido mundano de la ciudad, escuchamos una sinfonía natural. Cambiamos bocinas por cantos de aves, neumáticos por pisadas de ciervos, moles de concreto por sierra. Te besé largamente en el umbral. Y ese primer día oficial de primavera, con el cierre de la puerta, comenzó a nevar. Supe que mientras durara, sólo tendríamos nuestros sentidos.
No hay rabia, no hay prisa, el clima nos ha bendecido.  Hueles a hogar, a  vino descorchado, a resina de árbol, a espíritu libre. Dejo a mi boca hacer, con esos modos suyos de pasearse por tu cuerpo. Saco tu ropa, tejido y más tejido. ¿Nunca va a acabar? Al fin tu piel. Eres la temperatura del brasero. Crepitas al tacto. Peregrino. Salivo. Algo se cuece en mi estufa. De vez en cuando un vergajazo en mi lengua y me corres entre las piernas. Entonces, me bebes. Ya no sé quién es deidad y dónde culmina la ofrenda.
"Ven y acuéstateme encima. Deja que tu peso me traspase"-imploro.
 Mis piernas trepan. Te hago factible tus instintos antropófagos. Es tan fácil el ascenso contigo. La cima llega  cuando apagas la reproductora. Te gusta el silencio para escuchar la tonada entre mis resollos y descubrir mi rostro. No cierras los ojos, me clavas la mirada. Es tu culto a lo femenino. Todo empieza y termina en mi.
¿Quién sabe cómo amanecerá mañana?  No es mi espíritu el del nómada. Sigue tú siendo lumbre primaria. Dicta la rumba de mis calderos.