El hombre la lleva a ver el mar y ella sólo puede contemplar al hombre. Todos los sentidos desembocan en su cuerpo. Los ojos contemplan su desnudez, las manos le dan cobija, la boca abriga el verso que no se ha escrito, los oídos se rinden a los gemidos como único lenguaje y la lengua es recipiente de la humedad de los cuerpos. El mar los contempla.
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