A la mañana siguiente, me haces embutir una mochila con vino, aceitunas, algo de pan y fuet.
Si no nos decantáramos tanto por los eventos culturales de la ciudad, llevaríamos vida provinciana. Pasan ante nuestros ojos reses que pastan, sierra nacida de la tierra, árboles pretenciosos que quieren presentarse ante Dios. Solo leemos las escrituras del principio a través de la ventanilla. Contemplamos absortos. De vez en cuando cruzamos una mirada fugaz, feliz, una fotografía. Entonces volvemos al ritual de limpieza espiritual. Es como lo describió el anciano unos días antes. El tren avanza perdido entre el derroche de verde con el espacio justo para la línea por la cual escala.¿ A qué más? Nos sentimos pequeños en medio de esa totalidad y la madera que nos transporta regresa al lugar de donde salió.
El vagón es preludio. Me saco las medias mojadas y acerco mis pies a tu entrepierna. Media un silencio cómplice, incitante. Ladeo la cabeza y acerco el índice a la comisura. Lo humedezco y recreo tu anatomía en mis labios. Llega un alud que desprende gargantas, miembros. Mi cabello te nieva encima, acaricia tu rostro, lo sostiene entre sus palmas. Una caída de ojos y mi cuerpo te cubre, albo, limpio, tuyo.
A finales de Enero me ha llegado Agosto. Hace un calor resbaladizo en este invierno europeo.
ReplyDeleteSaludos
Cosas de la nieve cálida :) Un abrazo.
ReplyDelete<3
ReplyDeleteAbrázame, como aquella tarde en el portal :)
ReplyDeletequiero leer mas... :)
ReplyDeleteAhí está :)
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